Hablando de la misericordia sin causa, Gurudeva compartió con nosotros esta historia tan extraordinaria:

Hace más de 30 años en Panama, Gurudeva y algunos devotos buscaron una propiedad con intención de adquirirla, tenían 10 mil usd ahorrados pero con apoyo de la comunidad hindú lograron conseguir un préstamo de 20 mil usd más.
Después de ver muchos terrenos, encontraron uno que le pareció bueno, pero justo a un paso de concluir la compra, al firmar y pagar, apareció un militar y logro convencer el dueño de que le vendiese la tierra a él.

Un poco decepcionado por el acontecimiento y con los 30mil usd en el bolso, bajó el cerro donde estaba el terreno, y vio una otra propiedad muy linda que además tenía un lago, era mucho más próspera que la anterior. A sí que se dio a la tarea de investigar quien era el dueño de la propiedad y si éste la tenía en venta. Este lugar pertenecía al Sr. Hammock de origen estadounidense que vivía en Panama, una de las personas más ricas de Panama de aquel tiempo, se dedicaba a sus muchos y multiples negocios, algunos de los cuales fueron muy pecaminosos. Gurudeva, con gran determinación buscó al Sr. Hammock hasta hallarlo. El viva un poco retirado del sitio a lado de su zoológico privado. El ambiente y el mismo Sr. Hammock, un viejito en silla de ruedas, indicaban que había muchas cosas tremendamente turbias y obscenas en derredor a toda esa riqueza.

Sin embargo Gurudeva se dirigió a aquél hombre y le compartió la historia de cómo había perdido la propiedad y como minutos después encontró la que le pertenecía a él, la cual, superaba por mucho a la anterior, y que quieran ver si él les podría vendérselas.

El Sr. Hammock respondió a Gurudeva: “Me gustan la personas, que después de caerse del caballo, de inmediato suben de nuevo. Es justo lo que mi abuelo siempre me enseñó”.

Con este comentario era evidente que esta persona rica y pecaminosa tuvo cierto aprecio por la presencia y determinación de Gurudeva. Había un problema, esa tierra valía mucho más que la anterior… pero el Sr. Hammock decidió venderla a los devotos, diciéndole a Gurudeva que le vendería la tierra en 100 mil usd, tomando por el momento sólo los 10 mil usd que sabía eran el único capital inicial de los devotos, y que los otros 90 mil podrían dárselos en varios pagos, y le confió que en la propiedad había madera trabajada con valor de 60 mil usd, misma que les entregó junto con la propiedad para que no tuvieran problemas para terminar de pagar la. En el instante llamo su abogado, elaboraron el documento de compra-venta, y en el mismo acto se le pagaron los 10 mil usd convenidos como enganche, únicamente faltaba protocolizar el documento ante notario, lo cual no se pudo hacer porque era sábado, así que debían esperar hasta el lunes.

Gurudeva y los devotos estaban muy emocionados por la compra de esa nueva tierra, esperaban con ansiedad el lunes. El domingo, recibieron una llamada telefónica a través de la cual se les informó que el Sr. Hammock sufrió un infarto y que estaba hospitalizado. Todo era incierto nuevamente.

El lunes no se pudo concretar la compra, algunos días después, los devotos lograron llegar al hospital en donde estaba internado Sr. Hammock, esta vez no con la prioridad de comprarle el terreno, sino para llevarle la misericordia de Guru y Gauranga.
En el hospital encontraron el viejito entubado y en un estado muy débil. Los doctores permitieron y el Sr. Hammock mismo quiso recibir unas gotas de caranamrta de Sus Señorías y una hojita de tulasi en la lengua. Los devotos pusieron la grabación de un bhajan con una clase corta de Srila Prabhupada, y se fueron de nuevo. Tres días después recibieron otra llamada, la hija de Hammock le avisó que su padre murió ese mismo día y que podían ir a recoger sus 10mil usd de depósito. Los devotos fueron e intentaron otra vez hablar con la hija, pero ella no accedió a sus pedidos. Les dijo, que su padre ya no estaba bien de cabeza cuando les promedio vender esa tierra tan valiosa en solo 100 mil usd. Les dio su depósito y les despidió.

Así fue como ese Señor pudo recibir la misericordia de Srila Prabhupada, de los devotos y del Señor Supremo. Sólo por esa experiencia en los últimos momentos de su vida y por el sincero deseo de ayudar a Gurudeva y los devotos, le han asegurado un buen camino a través de los repetidos nacimientos y muertes en este universo.

A través de de esta reseña podemos ver que las cosas no dependen nunca de uno mismo, sino del Señor Supremo. Imagínense, buscar una propiedad para el Señor Supremo y no entender que es el Señor mismo, quien se está buscando la propiedad. Pensarse uno mismo como controlador, propietario o aún peor, el disfrutador, es uno de los principales condicionamientos de la vida. En el servicio devocional se nos enseña algo verdaderamente importante: inevitablemente tenemos que aprender, que no somos ni controladores, ni propietarios ni disfrutadores de nada. ¿Donde más se nos enseñan eso?

Así, podemos considerarnos afortunados de haber llegado a una escuela de vida tan exigente. Ahora sólo nos toca seguir luchando por la causa de Krishna, dejando todos los resultados a él.

Krishna puede hacer milagros, de eso no hay duda. Hay una otra historia de milagros que Gurudeva nos ha contado en varias ocasiones, justo también en Panamá.

Buscando también un templo. De cierta manera, todo lo que tiene que ver con Krishna y sus planes es un milagro. Arrojarse y participar en un cuento milagroso no es tan fácil para nuestra mente e inteligencia calculadora. Es solo la fe que nos puede llevar hasta allá. Los devotos son capaces de hacer cosas, sólo porque tienen fe y porque Krishna deja el trabajo y las glorias a sus devotos. Pero en el preciso instante en que se piensan ser los propietarios, controladores, disfrutadores, etcétera, los milagros pueden terminar ahí, dejando lugar para peleas, explotación,…y se todo se vuelve mundano.

Más vale creer en milagros y colaborar por la causa milagrosa. Tener fe en Krishna.

Ojalá que Krishna entre nosotros, en México, tenga suficientes creyentes en Sus milagros y que nos deje participar en ellos. Uno de estos sería encontrar una finca aquí, y aún más allá, que se forme toda una comunidad unida que trabaje ahí sólo por la causa de Krishna. Lo hemos visto en tantos otros lugares, y también hemos visto en tantos otros lugares donde nunca se logro un ideal así. Todo depende de Krishna y Sus planes, y de nuestra capacidad de reconocerlos para participar integra, sincera y fielmente en ellos.

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