Respuesta a una pregunta en una publicación reciente sobre temas contemporáneos.

La mayoría puede coincidir en que las víctimas deben ser ayudadas y en que el movimiento necesita una profunda reforma para el beneficio general de quienes han tomado parte en estas discusiones, y desean permanecer en el camino del servicio devocional.

Esto plantea la cuestión de si es posible cumplir con estos propósitos al tiempo y en la misma plataforma.

Ayudar a las víctimas de cualquier abuso requiere por lo menos empatía y lenguaje adecuado. En el caso de experiencias traumáticas se requiere un acercamiento terapéutico y experiencia en tratar con ello. En ambos casos es imperativo que haya alguien que se relacione personalmente y se preocupe por las víctimas.

Hablar acerca de ellas o escribir acerca de la empatía en redes sociales o en cualquier otro espacio público no ayuda mucho. De hecho, en muchos casos conduce a la revictimización y al re-engagement (enredo) emocional con problemas no resueltos.

Hablar acerca de la empatía y enviar emoticones no significa ser empáticos.

Peor aún, los eventos trágicos e historias de otras personas pueden utilizarse bajo el pretexto de la empatía, la justicia o la verdad, para ajustar cuentas con los demás, para agregar valor a los propios puntos de vista o agendas, o incluso como estrategias para superar los propios traumas y problemas psicológicos.

Buscar el castigo y castigar a los culpables puede satisfacer la necesidad de justicia de algunas víctimas y observadores, pero eso no necesariamente ayudará a todas las víctimas. Además, los pagos o compensaciones no son una fuente de ayuda real para cada individuo afectado. El sufrimiento existe, las víctimas existen y debe haber personas reales listas y capaces, más allá de las buenas intenciones, de ayudar a esas víctimas. Los diálogos entre personas desconocidas sencillamente no ayudan.

Hablar acerca de los cambios apropiados o las reformas a nuestro movimiento es tan complicado y delicado como el primer tópico. Es, además, muy inadecuado discutirlo en las redes sociales o en una gran audiencia.

Según diversos análisis psicológicos, las redes sociales son el medio ideal para que personas narcisistas y obstinadas se muestren a sí mismos y se conecten con otros. Esto no significa que todos los que usan redes sociales sean de esa manera, pero la naturaleza de estos medios atrae y amplifica dichas tendencias. Requiere una gran sinceridad, fuerza mental y autocontrol, no caer en esas formas condicionadas de diálogo.

Utilizar gafas de sol no limita nuestra capacidad para reconocer formas, sin embargo, afecta el reconocimiento del color real de las cosas. De igual manera, los medios sociales no afectan nuestra capacidad de hablar, pero sí hacen que sea muy difícil escuchar, entender o establecer un diálogo. Aparte de estos agravantes, surge la pregunta por las intenciones y cualificaciones de los participantes, especialmente en largas audiencias.

Algunos pueden estar buscando una plataforma solo para desahogarse, compartir sus sentimientos, sus desacuerdos o malas experiencias. Es bueno e importante para ellos tener este tipo de plataformas, aunque sería mejor contar con amigos reales que los acompañen a través de estas etapas de la vida.

Hay quienes solo quieren ser escuchados, encontrar personas cerca de ellos que les ayuden a sentirse bien, o quienes buscan personas que se pongan de su lado en contra de otros. Peor aún, otros hablan desde el odio, de venganza, o expresan sus pocos o inexistentes deseos de continuar con su práctica devocional. Estas personas tienen muy poco que aportar a un diálogo serio sobre las reformas o ajustes necesarios en el movimiento para la Consciencia de Krishna.

Sus voces y experiencias son respetables y deben ser escuchadas para nuestro ejercicio de autoanálisis. Sin embargo, no podemos esperar que se manifieste un diálogo constructivo de esta manera. Incluso, parte de ello es meramente tóxico y no puede ayudar a nadie.

Además, se requiere sinceridad, habilidades sociales, compromiso personal y realización espiritual para entrar en este tipo de diálogo. No basta con ser un filósofo para reformar el movimiento, como tampoco es suficiente con ser un ingeniero para diseñar buenos productos, o un licenciado en medicina para curar a la gente. Debe haber experiencia práctica, y yo diría, sobre todo, algún tipo de empoderamiento divino.

Hay una tendencia muy peligrosa en Occidente y es que confundimos muy fácilmente el aprendizaje con la experiencia. A veces, e incluso peor, la locura u otros trastornos psicológicos con el avance espiritual. La única forma de evitar este tipo de errores es vivir y relacionarse con los vaisnavas en la vida real. Este proceso comienza y continúa para siempre en la asociación práctica con los devotos.

Un filósofo poco realista está listo para dar una charla de una hora sobre atithi devo bhava (la instrucción védica de tratar un invitado como a Dios), pero se olvidará de ofrecer un vaso de agua a su invitado. Del mismo modo, podemos estar hablando de devoción, vedanta personalista e incluso de algunos temas esotéricos, pero si no somos capaces de reconocer las necesidades de aquellos con quienes estamos hablando, todo esto queda en teoría. En lugar de ayudar a alguien o al movimiento, esto puede convertirse en un obstáculo.

Por ejemplo, examinemos la fotografía de esta publicación. Me imagino que la mayoría de las personas no puede reconocer a más de uno o dos Vaishnavas. ¿Qué decir entonces de conocerlos, apreciarlos, o de tener una relación afectiva?. Para la mayoría de los observadores, es una imagen con algunas figuras vestidas de azafrán. Pero, ¿quién es quién?, ¿cuál es su historia de vida?, ¿cuál es su trayectoria devocional?, ¿o los motivos para estar en ese encuentro?.

Ello está muy lejos de la conciencia o las preocupaciones de la mayoría de los lectores. Escuchamos juicios como “todos aparadhis”, “todos patéticos”, “todos cómplices”, etcétera. Es obvio que esta publicación y la fotografía que la acompaña fomentan el impersonalismo, la generalización y la condena de los Vaisnavas a quienes no conocemos en absoluto, y esto finalmente conduce a las aparadhas. En pocas palabras, muestra una reunión Vaisnava en un lente negativo. ¿Qué pasaría si hubiera, al menos, un devoto puro presente? ¿Es imposible solo porque no reaccionó de la manera en que esperaba que lo hiciera? ¿Qué habrías esperado de Bhisma cuando Draupadi estaba a punto de ser desvestida, o de los Pandavas u otros mayores en la asamblea?

Los Vaisnavas pueden actuar o no actuar de acuerdo con nuestras expectativas. Pero, definitivamente, es muy difícil conocer sus motivos y juzgar su comportamiento. Esto no significa que todo lo que un Vaisnava -o una persona vestida como un Vaisnava- haga o diga es favorable para que lo aceptemos. En principio, debo saber quién es quién, qué es qué, qué es favorable, qué es desfavorable, y cómo debo relacionarme con quién.

Hablando de verdaderos trascendentalistas, Srila Sukadeva Gosvami explica en el Bhagavatam (10.33.31) que las grandes personalidades a veces pueden instruir a otros de una manera, y actuar de otra, o incluso oponerse. Es preciso ser inteligentes para saber cómo y cuándo seguir instrucciones o comportamientos. Las instrucciones pueden ser para quienes actúan en un nivel principiante, mientras que sus acciones pueden estar más allá de los criterios aplicables a ese nivel. A través de esta comprensión, sus actos u omisiones no los convierten en transgresores de los principios del dharma. Puede que esto no satisfaga el sentido de justicia de algunos, pero es lo que han explicado el Bhagavatam y nuestros acharyas.

Generalmente nos preocupamos más por los que están lejos que por los que nos rodean. Queremos reformar el movimiento de lo global a lo local, pero terminamos siendo abrumados por tan amplio panorama. No somos capaces de clasificarlo o digerirlo, de la misma manera en que Arjuna se sintió abrumado al observar la forma universal.

Es mejor iniciar con pequeños pasos, comenzando por el autoanálisis, y luego abriéndonos a un entorno más cercano, hablando en confianza con devotos que comparten con nosotros el mismo lugar y servicio. Debemos tratar de crear un entorno favorable y un método de comunicación eficaz. Esa es la única manera razonable de actuar. Sentirse responsable por los errores de los demás puede nacer de un sentimiento sincero de afecto, o puede representar una inofensiva cuestión psicológica. Sin embargo, también puede acabar en megalomanía o en el traspaso de los límites entre la responsabilidad individual y la responsabilidad colectiva.

Sería mucho más beneficioso darse cuenta de la sabiduría que hay detrás del dicho popular que dice: “Los médicos se curan a sí mismos”.

Por lo tanto, no es tarea fácil empezar una reforma de la sampradaya. Esta fue una tarea delegada en ciertos momentos a algunos de nuestros grandes acaryas. A veces tenían que ir en contra de las corrientes de su tiempo para ayudar a sus seguidores a establecer una comprensión adecuada y una práctica favorable, siendo la apreciación de otros practicantes lo más esencial.

La necesidad de una reforma está presente y también el deseo de hacerlo, pero creo que todavía hace falta el marco y el diálogo adecuados. El rechazo o el juicio

generalizado en torno a las asambleas de Vaisnavas es la dirección equivocada, o al menos una dirección en la que yo no estoy dispuesto a ir.

Más allá de tratar con la violencia, las víctimas o el tema de la reforma social-comunitaria, nos queda la parte fundamental de nuestra práctica que consiste en la necesidad de tener un refugio espiritual. Esto significa tener un maestro, un amigo, o un bienqueriente en el camino espiritual. Una persona en quien pueda confiar de todo corazón. Alguien que me tome de la mano o me tire de las orejas para sacarme de la ilusión.

Este es el reino de la fe sagrada, el cual pertenece a la eternidad. Su naturaleza es delicada y está más allá de la desilusión y de las cosas despreciables que se pueden experimentar en este mundo. El lenguaje de la fe tiene su propia ortografía, su propia gramática, su propio ritmo y melodía.

¿No dice el Señor Krishna en el Bhagavad Gita (2.52) que uno se volverá indiferente a todo lo que se ha escuchado y a todo lo que se escuchará, después de que su inteligencia haya atravesado el denso bosque de la ilusión?

Obviamente, este no es un tema para discutir con las víctimas o con cualquier persona afligida por el mal comportamiento de los aspirantes en el camino del bhakti-yoga, pero es y siempre será el tema más esencial. Tenemos que saber qué discutir, cuándo y con quién. Lanzar pensamientos en acaloradas discusiones es irresponsable y puede terminar en populismo. Así, mi humilde pedido es que seamos más personales, empáticos y compasivos en nuestro trato con los demás.

¿Cómo podemos lograrlo?, de mi parte, la respuesta que he encontrado a esa pregunta es sadhu-sanga.

Si perdemos la fe en los sadhus o los vemos como personas comunes que no merecen nuestra admiración, seremos nosotros los perdedores. El rechazo generalizado impide que sigamos a los falsos maestros, pero también nos quita la posibilidad de honrar a los verdaderos sadhus.

Los temas sociales requieren una inteligencia aguda, pero los temas devocionales requieren un corazón tierno.

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