Entregar la posición de controlador, disfrutador y propietario al Señor Supremo, es básicamente la tarea que le corresponde a uno para salir del estado condicionado y ser promovido al estado liberado. Eso es en pocas palabras lo que el alma puede realizar después de muchas vidas. Los condicionamientos materiales son muy fuertes, y nos tienen atados por la magia de Maya a través de sus potencias burdas y sutiles, tanto notables como imperceptibles.

Como es un camino que debemos recorrer a través de muchas vidas, no podemos ni imaginar cuántas pruebas vendrán, cuántas veces nos detendremos, cuánto nos desanimaremos, cuánto estaremos desesperanzados y faltos de fe, aunque internamente tengamos la convicción de que es el sendero en el que deberíamos estar.

Una vez un devoto, que en sus buenos tiempos había sido serio con sus prácticas devocionales, quien asumió responsabilidades en la comunidad y que se había sacrificado por la causa de guru y Gouranga, me dijo: yo sé que este es el camino correcto, pero en este momento no lo puedo vivir así; quizá algún día regrese, pero ahora quiero vivir otra cosa. Y diciendo esto se fue. Después escuché cómo le estaba yendo.

En muchas otras ocasiones, posteriores a ésa, estuve en la situación en la que alguien se despedía de la misma forma o de manera parecida, dando las gracias por el tiempo vivido y compartido con los devotos, pero mirando y proyectándose a hacia otros lados. Alejarse de la asociación de los devotos siendo agradecido o sabiendo que uno está dejando el camino correcto, muestra que en el fondo del alma hay fe, sinceridad y humildad.

Hay almas que aún después de haber sufrido en la convivencia entre devotos no culpan a nadie. Muchas veces decepcionados, heridos y confundidos, incapaces de ver por dónde y con quién seguir, simplemente deciden irse. Ellos siguen con Krishna en su corazón. A veces renombran a Krishna diciendo Dios, refiriéndose así al mismo Ser Supremo, a quien consideraban incluso antes de haber conocido a Krishna y Sus devotos.

Esa fe, sinceridad y humildad que queda en el corazón de alguien es el verdadero capital espiritual. Así como el alma no puede ser cortada en pedazos por ninguna arma, no puede ser quemada por el fuego, no puede ser mojada por el agua ni marchitada por el viento, así ese capital espiritual de la fe, sinceridad y humildad, nunca puede ser afectado por los errores de los demás. Decepción y confusión son finalmente experiencias propias que tienen el propósito de fortalecer nuestra fe y no de apagarla. Todas las experiencias que surgen en el camino de un alma guiada por la fe y el anhelo de estar y actuar bajo el refugio del Supremo son grandes enseñanzas. Todo viene por el bien de uno; la pregunta es si somos capaces de entenderlo así en todas las circunstancias.

A veces, desde la perspectiva presente, para una mente e inteligencia afligidas, las situaciones parecen ser insuperables; pero desde una perspectiva más amplia, de tiempo y de vidas, desde la perspectiva de la fe, sabemos que el camino es siempre hacia a delante. El Señor Krishna lo afirma en el Bhagavad Gita: “nehabikrama- naso ´sti pratyavayo na vidyate (BG 2,40)…..en este sendero no hay pérdida ni disminución alguna.

Qué tan importante es entonces ver las cosas desde la perspectiva de la fe, y en especial de la fe respaldada por una correcta comprensión de las escrituras y la buena asociación. Ya sea que seamos capaces de verlo así o no, la fe, la sinceridad y la humildad nunca serán vencidas; ellas reaparecerán de nuevo, en algún otro momento o en alguna otra vida, tal como el pasto reaparece nuevamente después de que se retira la nieve. El mismo Señor Supremo reafirmó que Él va a cuidar de todos aquellos que incluso una sola vez se entregan a Él con sinceridad. (Rāmāyaṇa Yuddha-kāṇḍa 18.33):

sakṛd eva prapanno yas
tavāsmīti ca yācate
abhayaṁ sarvadā tasmai
dadāmy etad vrataṁ mama

«Cualquiera que, aunque sea una vez, se rinda sinceramente a Mí, y declare: ‘Yo soy Tuyo’, y ore por valentía, es Mi voto que siempre se la proporcionaré.»

En ese sentido, el Señor está a cargo de las almas rendidas, tanto en los buenos momentos como en los difíciles. Igualmente los devotos siempre van a intentar ayudar y animar a los hermanos afligidos. En algunos casos lo lograrán y en otros no; pero como dijimos antes, eso es sólo desde la perspectiva del momento. La aflicción, tanto la propia como la de los demás, es parte del proceso y del aprendizaje; pero no todos son capaces de verla como misericordia del Señor, y de transformarla en una entrega más profunda.
 Algunos se retiran silenciosamente, pero otros, apegados a deseos materiales y con fe débil, buscaran culpables. Al expresar disgusto por los arreglos del Señor y culpar a los devotos por su propio estado, ellos ciertamente perderán todas las bendiciones e invitarán lo inauspicioso a sus vidas.

Krishna y Sus arreglos, y lo que Él permite que pase en el mundo y en la vida de Sus devotos y demás personas, está más allá del cuestionamiento y la duda. Todo eso está más allá de la moral y de la justicia, las cuales pertenecen a este mundo limitado y medible. Krishna pertenece al plano trascendental, nirguna, y no hay manera de medir o juzgar sobre ese plano con criterios mundanos.

Después de la guerra de Kuruksetra, un rishi llamado Utanka se encontró con Krishna. Viendo todo el sufrimiento que quedó después de la batalla, escuchando el llanto de millones de viudas, y no consciente con el propósito que la guerra cumplió, él le preguntó a Krishna por qué no había detenido la batalla. No satisfecho con la respuesta de Krishna, quien le dijo que había tratado de mediar entre los dos bandos, el rishi, afectado por la ira, quiso lanzar una maldición a Krishna. Sonriendo, Krishna le pidió que reconsiderara su intención, y le explicó que su tapasya y poder no podían alcanzar el plano nirguna (más allá de las modalidades materiales); que su maldición sería inútil, tal como tirar un balde de agua sobre un incendio forestal. Todo su poder y tapasya serían perdidos. Siendo misericordioso con el rishi, Krishna le reveló Su forma divina y lo hizo reconocer su error, por lo que el rishi pidió perdón y se refugió en Él.

La pregunta sobre “quién tiene la culpa” en relación a lo que sucede, es siempre muy complicada. Pariksit Maharaja al encontrar al toro maltratado, con tres patas cortadas, lamentando de que algo así le hubiese ocurrido en las tierras protegidas por los brazos de los reyes de la dinastía de los Kurus, le pregunta al toro por el culpable de su estado. Él le dice:

“Quienquiera que haga sufrir a seres vivientes inofensivos, tendrá que temerme en cualquier parte del mundo en que se encuentre. Por el hecho de someter a los deshonestos malhechores, uno automáticamente beneficia a los seres inofensivos”. (SB 1,17,14).

Enseguida el toro, la personalidad de la religión, le responde a Pariksit:

“¡Oh, tú, el más grande entre los seres humanos!, es muy difícil determinar quién es el malhechor específico que ha provocado nuestros sufrimientos, ya que estamos confundidos con todas las diferentes opiniones de los filósofos teóricos”.

“Algunos de los filósofos que niegan toda clase de dualidades, declaran que el propio yo es el responsable de la felicidad y la aflicción de uno. Otros dicen que unos poderes sobrehumanos son los responsables, mientras que otros más dicen que la actividad es la responsable, y los muy materialistas sostienen que la naturaleza es la causa última”.

“También hay algunos pensadores que creen que nadie puede determinar la causa de la aflicción por medio de la argumentación, ni conocerla mediante la imaginación, ni expresarla con palabras. ¡Oh, sabio entre los reyes!, juzga por ti mismo, reflexionando sobre todo esto con tu propia inteligencia». (SB 1,17,18-20).

El toro le permite al rey juzgar por sí mismo, diciéndole que hay tantas opiniones sobre las causas del sufrimiento que le suceden a uno. La materia en sí puede ser la causa, pero más allá son los actos, más allá de los actos está el yo que actúa, y aún más allá están las fuerzas sobrehumanas, o sea, los astros. Siendo la personificación de la religión, el toro no indicó al sudra, quien le había hecho daño evidentemente. Siendo inteligente, Pariksit Maharaja notó esodiciendo:

“Tú conoces la verdad de la religión, y estás hablando de conformidad con el principio que dice que el destino dispuesto para quien perpetra actos irreligiosos es el mismo que se dispone para aquel que identifica al autor”. (SB 1,17,22).

Sri Narada Muni le dio a Dhruva una instrucción importante respecto a la búsqueda de culpables: “no culpes a otros de tus propios sufrimientos. Padecemos sufrimientos similares a los que infligimos a otros. Mientras ignoremos esto, seguiremos culpando a los demás, y así, no tendremos la oportunidad de ver la gracia de Dios”.

Así, mientras que el devoto ve y acepta todo como la gracia del Señor, otros, por falta de fe, tienden a buscar culpables y a dar explicaciones sobre las causas y sus efectos. En el plano del nirguna todo está resuelto, mientras que aquí, en el mundo de los culpables y los culpados, causas y efectos, víctimas y victimarios, cambio de roles, etc., el sufrimiento continúa para siempre.

Ser devoto significa entregarse al plano nirguna; pero estando condicionados todavía, tendremos que experimentar muchas confusiones y pasar muchas pruebas antes de alcanzar los pies de loto del Señor.

Por eso, la instrucción de ser más humilde que el pasto, más tolerate que un arbol, de ofrecer a todos el respeto debido, sin pedir respeto para uno mismo, mientras uno continuamente canta los Santo Nombres, es, y siempre va ser el principio mas esencial.

Comparte a...