por Saccidananda Bhaktivinoda Thakura

No queremos decir que la razón es un principio absurdo. Por el contrario, no encontramos mejor admiradores de la razón que nuestro humilde ser. Sostenemos que la superioridad del hombre, entre todos los seres creados consiste en que el hombre posee el noble don de la razón.

Lo que sostenemos es lo siguiente; independiente de este noble principio existe otro regalo mas elevado en el hombre que se conoce como amor. La razón ayuda a mantener al amor dentro de los limites del mundo espiritual. El amor a menudo tiende a degradarse en función de los objetos distintos a Dios a los que se dirige y se convierte en lujuria por las mujeres, el vino, la carne y el oro. Aquí la razón le aconseja al amor elevarse hasta que alcance su propia esfera superior.
Así nos encontramos con que el objeto de la razón es el de ayudar al amor y no crearlo. La razón puede ser correctamente capacitada como la sirvienta del amor y siempre debe estar sujeta a el en todas sus esperanzas, aspiraciones y obras santas.

Los racionalistas, por el contrario considera la razón como el todo en todo! Esta es una degradación de la humanidad! El racionalista progresivo, por el contrario, cree en el principio del amor, pero lo intenta convertir en el sirviente de la razón! ¡Ese es otro error! El a veces hace al amor espiritual preso en las cárceles de la razón! El amor quiere volar en sus alas espirituales a un reino donde el carcelero (La razón) no pueda ir, mientras que la razón desea atar las alas del amor, por miedo a que este se dirija a un lugar indigno!

El amor pronuncia sonidos de un carácter espiritual describiéndose a sí mismo, pero la razón, al no tener experiencias de esto, los confunde con enfermedad y administra al amor medicamento para su cura! Es así como la fuerza natural del Rey de nuestra alma se ve mermada por la administración artificial del principio de la seca razón y permanece en nosotros como si un pájaro fuese encerrado en una jaula! ¡Oh! ¡Qué fracaso que comete la razón al abusar de su poder. ¡Oh! Qué Vergüenza de los racionalistas!, ¡Qué Dios ayude al hombre!

Teísta, ten cuidado con aquellos que se mezclan entre ustedes sólo asumiendo el nombre de teístas, pero en realidad son racionalistas de un carácter muy seco. Ellos se dividen en dos clases de acuerdo con su carácter: Los teístas intrigantes y los teístas engañadores. El teísta intrigante es aquel que en realidad es un racionalista, pero asumiendo el nombre de teísta quiere degradar a los sinceros con su mala influencia. El que se autodenomina como teísta con el fin de deshacerse del nombre de racionalista, pero todavía tiene amor en sujeción a la razón, el es un engañador, ya que es incapaz de encontrar su propia posición. El teísta sincero sin embargo, debe tener cuidado de ambos y preservar la soberanía del amor sobre la razón y su sequito.

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