Buddhimanta, un joven y alto devoto estadounidense, llegó desde la India temprano en la tarde. Madhudvisa Swami le había pedido que ayudara a los devotos de Sydney en la distribución de libros.

Más tarde, cuando Srila Prabhupada se sentó en su habitación, escuchó a Upendra murmurando en la habitación contigua. Prabhupada llamó a Upendra, quien entró, avergonzado.

Srila Prabhupada: -«¿Te estabas riendo?»

Upendra: -«Sí.»

«¿Estaban hablando chismes?»

Upendra respondió tímidamente: «¿Es hablar de acerca de devotos de esa forma chismear?»

«Sí.»

«Entonces si, estaba chismeando».

Prabhupada estaba preocupado por el bienestar de su discípulo. Una vez más reprendió a Upendra. «¡Este devoto, tal devoto, esto, aquello!
La vida es corta. ¡No desperdicies tu tiempo inútilmente en chismes!»

Prabhupada le indicó a Upendra que obtuviera una copia del Srimad-Bhagavatam del estante de libros y la leyera.

«Cuando dos devotos se juntan, deben hablar sobre el Srimad-Bhagavatam». Prabhupada estaba hablando más suavemente ahora.

«¿Recuerdas cuando memorizabas los versos del Bhagavatam – ‘om namo bhagavate vasudevaya ..'»?

Upendra ofreció una excusa. «Oh, Srila Prabhupada, pero ahora mi mente es tan perezosa».

Prabhupada no estuvo de acuerdo. «No, no eres perezoso, solo estás desviando tus energías».

Antes de que Upendra saliera de la habitación, Prabhupada habló largamente sobre los efectos debilitantes de prajalpa, la charla mundana, sobre el progreso espiritual de un devoto. Pidió a Upendra que repitiera las instrucciones a los devotos con quienes había hablado tan frívolamente, y le pidió que reanudara el aprendizaje de versos en sánscrito.

de «La Gran Aventura Trascedental» por SG Kurma dasa

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